
El dolor invisible que empieza en la infancia
- Carolina Hulett

- 10 sept
- 2 Min. de lectura
Muchas veces hablamos del dolor que sentimos en el cuerpo como si apareciera de la nada: la fibromialgia, la fatiga, el cansancio profundo que no se va con el descanso. Pero la verdad es que muchas de esas huellas tienen raíces más antiguas, en experiencias de la infancia que fueron demasiado duras para un corazón tan pequeño.
Durante años se nos dijo que la salud dependía de dejar de fumar, comer mejor o hacer ejercicio. Y claro que todo eso importa. Pero los estudios más recientes han mostrado algo todavía más profundo: cuando un niño vive abuso, violencia o negligencia, su cuerpo lo guarda como una memoria silenciosa. Esa memoria puede despertar después en forma de enfermedades, dolor crónico, ansiedad o depresión.
La infancia deja marcas en el cuerpo adulto
El famoso estudio ACE (Experiencias Adversas en la Infancia) reveló que mientras más traumas acumula un niño, más vulnerable será en la adultez a sufrir problemas de salud física y emocional. No se trata de “debilidad”, sino de la forma en que el cuerpo y el sistema nervioso aprenden a sobrevivir.
Y aquí está lo más revelador: el abuso infantil no es solo un tema social, es un tema de salud pública. Porque cuando no protegemos a los niños, estamos sembrando semillas de sufrimiento que más tarde se expresan en miles de adultos viviendo con dolor, desconexión y enfermedades crónicas.
Un llamado a la ternura y al cuidado
Hablar de esto no es para quedarnos en la herida, sino para comprendernos con más compasión. Tal vez parte del dolor que hoy sentimos no empezó en nosotras, sino en momentos tempranos de la vida en los que no hubo suficiente amor, cuidado o seguridad.
La buena noticia es que el cuerpo también aprende a sanar. Con respiración consciente, movimiento amable, espacios de calma y relaciones seguras, podemos escribir una nueva historia dentro de nosotras. No se trata de borrar el pasado, sino de ofrecerle al cuerpo y al corazón algo diferente: un refugio donde por fin pueda descansar.
Porque cuidar de los niños es cuidar del futuro… y aprender a cuidarnos hoy es también un acto de reparación y de esperanza. 🌿

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