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🌸 Cuando los labios hablan lo que el alma no puede: la historia de mi hijo y el poder del cuerpo para sanar

Hay historias que no se escriben con tinta, sino con lágrimas, esperanza y milagros cotidianos. Esta es una de ellas.


Mi hijo tenía apenas seis años cuando sus labios comenzaron a inflamarse sin tregua. A simple vista parecía una alergia, una dermatitis, algo tratable con cremas o bálsamos. Pero lo que veíamos en su rostro era más profundo: sus labios se llenaban de costras, pieles secas, grietas dolorosas. Se tapaba en las fotos. Se escondía tras sus manos. Borraba imágenes de su infancia como si borrar pudiera aliviar el rechazo que empezaba a sentir por sí mismo.


Vivíamos en un hogar lleno de tensión. Un ambiente donde el carácter explosivo de su padre marcaba el ritmo emocional de la casa. Él era hiperactivo, sensible, y muchas veces el blanco perfecto para la descarga de frustraciones. Y yo… yo hacía lo que podía. Abrumada, con miedo, intentando contener a todos y perdiéndome muchas veces a mí misma.


Pasamos por pediatras, cremas, consultas y finalmente una biopsia que arrojó un nombre técnico: queilitis exfoliativa. Pero ese diagnóstico, aunque válido, no curaba su malestar emocional. Ni el mío.


Y entonces llegó algo que marcó un antes y un después.


Un dermatólogo patólogo, de esos que no solo ven piel, sino personas, miró a mi hijo a los ojos y le dijo:

“Cuando seas un poco mayor, y quieras cuidar tus labios por ti mismo, lo harás. No necesitas tratamientos costosos. Solo necesitas saber que tú tienes el poder de sanar. Tus hábitos hacen la diferencia. Y ese cambio, solo tú puedes hacerlo.”


No fue magia. Pero lo pareció.

Desde ese día, su mejoría fue evidente. Usamos un hidratante común, compramos uno nuevo en el supermercado… pero lo esencial fue invisible: su mente había recibido permiso para creer en la posibilidad de sanar.





🧠💫

La mente sobre el cuerpo: ¿Milagro o ciencia?



Lo que vivimos tiene respaldo científico. Se llama neuroplasticidad, y también se relaciona con el modelo biopsicosocial del dolor.


🔹 La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse a lo largo de la vida. Cuando una persona cambia su creencia sobre su cuerpo o su capacidad de sanar, literalmente activa nuevas redes neuronales que modulan la percepción del dolor, la inflamación e incluso el sistema inmunológico (Doidge, 2015).


🔹 El modelo biopsicosocial del dolor, muy utilizado hoy en estudios sobre fibromialgia, sostiene que el dolor no es solo una señal física. Está influido por nuestras emociones, creencias, traumas, pensamientos y entorno (Gatchel et al., 2007). Por eso, cuando cambia nuestra relación con el cuerpo, cambia también la intensidad del dolor.


En otras palabras: lo que mi hijo vivió no fue un milagro místico. Fue un cambio profundo en su sistema nervioso, un regreso al cuidado personal, al respeto por su cuerpo, a la capacidad de confiar.





💗 Y aquí es donde la fibromialgia entra en escena



Muchas mujeres con fibromialgia también han vivido historias donde el cuerpo fue ignorado, castigado o juzgado. Donde se aprendió que sentir era una carga y que el dolor debía aguantarse. El cuerpo habla —a veces con gritos silenciosos— cuando no se le escucha.


Y al igual que mi hijo, muchas de mis alumnas comienzan a sanar no porque el dolor desaparezca mágicamente, sino porque cambia la relación que tienen con él. Dejan de pelearse con su cuerpo y comienzan a escucharlo. Dejan de querer arreglarlo y empiezan a habitarlo con más amor. Empiezan, por fin, a cuidarse a sí mismas como siempre merecieron.





🌿 ¿Qué podemos aprender de esta historia?



✨ Que no siempre necesitas la solución más costosa.

✨ Que a veces lo que más cura es una mirada que cree en ti.

✨ Que el cuerpo tiene una capacidad infinita de renovarse cuando recibe amor, descanso y palabras nuevas.


Mi hijo floreció cuando dejó de sentirse dañado.

Tú también puedes hacerlo.

La fibromialgia no define tu destino. Solo te invita a hacer una pausa, a mirar dentro, y a comenzar de nuevo.





📚 Estudios citados:



  • Doidge, N. (2015). The Brain’s Way of Healing. Penguin.

  • Gatchel, R. J., Peng, Y. B., Peters, M. L., Fuchs, P. N., & Turk, D. C. (2007). The biopsychosocial approach to chronic pain. Psychological Bulletin, 133(4), 581–624.






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🌱 Florecer es posible.

Incluso cuando nadie lo espera.

Incluso cuando duele.

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