top of page
Buscar

🌺 Cuando el grito detuvo el mundo: la raíz invisible del dolor

Tenía siete años cuando el mundo se detuvo.


No fue un terremoto, ni un accidente, ni una noticia trágica. Fue un grito. Uno de esos que rompen la atmósfera, que atraviesan el pecho como una lanza. Un grito que venía cargado de rabia, de cansancio, de sombra.


Mi tío era un hombre amable, pero trabajaba como policía y dormía de día. Estaba agotado, siempre nervioso. Aquel día, mientras jugaba con mis primos, lo despertamos. Ellos corrieron a esconderse, casi por instinto. Yo me quedé allí, en medio de la sala, paralizada. Inmóvil como una estampa. Fue cuestión de segundos, pero para mí fue eterno: verlo salir con una correa en la mano, gritando con los ojos desbordados, como si ya no fuera él.


Y entonces, el cuerpo decidió por mí.


Perdí el control de mi vejiga, y sentí cómo la orina bajaba por mis piernas sin poder hacer nada para detenerlo. El calor, la vergüenza, el silencio. Me quedé quieta, como si desaparecer fuera posible. Como si al no moverme, no estuviera allí. Mi cuerpo hablaba por mí, en un idioma que aún no conocía. Era el idioma del terror.


Desde ese día, mi sensibilidad cambió. Cada grito, cada discusión, cada voz elevada, me devolvía a ese momento. No importaba si era una escena doméstica entre adultos, una tía molesta, o simplemente una palabra áspera en el aire: algo dentro de mí se encogía. Me congelaba. Me desconectaba.


Mi forma de defenderme fue la inmovilidad. No llorar, no correr, no hablar. Solo quedarme ahí. Y con los años, ese reflejo no desapareció. Lo llevé conmigo como una huella invisible.





🌱 El trauma no se olvida: se guarda en el cuerpo



Cuando fui adulta y me casé, mi cuerpo volvió a reconocer ese mismo grito. Esta vez venía de alguien que decía amarme. Pero el tono era el mismo. El descontrol era el mismo. Y, una vez más, me paralicé. Me quedé inmóvil, en silencio. No por sumisión, sino porque eso era lo que mi cuerpo sabía hacer: congelarse.


Quizás para otra persona, ese primer grito habría sido suficiente para tomar distancia. Pero para mí no fue extraño. Fue familiar. Era el eco de algo que ya conocía. Así que lo callé. Lo minimicé. Acepté las disculpas. Y comencé a desconectarme emocionalmente cada vez que algo parecido sucedía. Ya no me asustaba: simplemente me iba. No físicamente. Me iba por dentro.


Es curioso cómo el cuerpo recuerda lo que la mente quiere olvidar. Y cómo puede seguir gritando, años después, sin usar palabras.





🔍 La ciencia lo confirma: el trauma infantil y el dolor crónico están conectados



Durante años pensé que era algo solo mío. Una sensibilidad exagerada. Una historia insignificante en comparación con los grandes traumas del mundo. Hasta que comencé a investigar. Hasta que descubrí que no era la única. Que muchas mujeres con fibromialgia comparten relatos de infancia marcados por el miedo, el abandono, los gritos, el dolor emocional.


Estudios científicos han encontrado una relación significativa entre experiencias adversas en la infancia y el desarrollo posterior de fibromialgia y otros trastornos de dolor crónico. Cuando el sistema nervioso vive en un estado constante de alerta, el cuerpo lo paga. No porque esté roto, sino porque está intentando adaptarse.


Un artículo en The Journal of General Internal Medicine (2009) reveló que más del 60% de las personas con fibromialgia reportaron trauma emocional severo en la infancia. Otro estudio publicado en Psychotherapy and Psychosomatics sugiere que la fibromialgia puede entenderse como una respuesta de estrés crónico no resuelto, donde el cuerpo continúa protegiéndose del pasado como si aún fuera presente.


También se ha encontrado que muchas personas con fibromialgia tienen un sistema nervioso autónomo hiperactivado, con mayor sensibilidad al dolor, alteraciones del sueño y respuestas fisiológicas desreguladas. Es decir, el cuerpo se encuentra en un estado de alerta permanente, como si el peligro aún estuviera ahí. Esa hipervigilancia emocional y física deja una huella, y se manifiesta como dolor que no tiene causa aparente… pero sí tiene raíz.


No son fantasías. No es debilidad. Es memoria biológica.





💔 La desconexión como forma de sobrevivir



Una de las características más comunes entre mujeres que viven con fibromialgia no es solo el dolor físico. Es la desconexión emocional y corporal. Nos hemos separado de nosotras mismas para poder seguir adelante. Hemos silenciado nuestras emociones porque dolían demasiado. Hemos aprendido a funcionar aunque por dentro estuviéramos rotas.


El problema es que lo que no se expresa se somatiza. Lo que no se nombra se vuelve síntoma. Y lo que no se sana, se repite.


El cuerpo comienza a hablar con contracturas, fatiga, insomnio, dolores difusos, sensibilidad extrema, ansiedad. Y un día te encuentras diagnosticada con fibromialgia, preguntándote cómo llegaste hasta ahí.





🌷 Volver al cuerpo con ternura



Para muchas mujeres, el camino de regreso empieza por reconocer esa historia. Por dejar de invalidar lo que nos pasó. Por aceptar que fuimos niñas heridas, y que hoy somos adultas con una carga que no nos corresponde seguir cargando solas.


El cuerpo no necesita que lo forcemos. Necesita que lo escuchemos. Que lo abracemos. Que le digamos: “Ya puedes descansar. Ya no tienes que protegerme así.”


Practicar el movimiento consciente, la respiración profunda, la autocompasión, no es un lujo. Es una forma de reconstruir el vínculo con ese cuerpo que un día se paralizó por miedo. Es enseñarle que ahora sí puede confiar. Que ahora sí hay amor.





✨ Si esto te resuena, no estás sola



Tal vez tú también te congelaste un día. Tal vez no con una correa en la mano, pero con palabras hirientes, con abandono, con desprecio, con algo que rompió tu seguridad básica. Y hoy sientes dolor, confusión, cansancio, sin saber del todo por qué.


No estás sola.


Tu historia importa. Tu cuerpo no está roto: está expresando lo que tu alma no pudo. Y puedes volver. Volver a ti. Volver a tu ternura. Volver a tu verdad.





💌 ¿Te gustaría iniciar un nuevo capítulo?



Si algo en este texto te tocó, si sentiste que hablaba de ti, si deseas iniciar un proceso amoroso de reconexión con tu cuerpo y con tu historia, escríbeme.


Estoy aquí para ti, para escucharte, para acompañarte, para caminar a tu lado sin juicio.



Tu historia merece ser sanada desde la raíz.

Y yo estoy aquí, con el corazón abierto, para ayudarte a florecer.





📚 Estudios que respaldan esta conexión:



  1. Clauw, D. J. (2014). Fibromyalgia: A clinical review. JAMA, 311(15), 1547–1555.


    → Revisión amplia que explica la complejidad del dolor crónico y su vínculo con factores no estructurales, como el trauma y el estrés.

  2. van Houdenhove, B. & Egle, U. T. (2004). Fibromyalgia: A stress disorder? Psychotherapy and Psychosomatics, 73(5), 267–275.


    → Sugiere que la fibromialgia puede entenderse como un trastorno de estrés crónico derivado de experiencias tempranas adversas.

  3. McBeth, J. & Mulvey, M. R. (2012). Fibromyalgia: mechanisms and potential impact of the ACR 2010 classification criteria. Nature Reviews Rheumatology, 8(2), 108–116.


    → Revisa los mecanismos neurobiológicos de la fibromialgia, incluyendo el rol del sistema nervioso autónomo.

  4. Felitti, V. J., Anda, R. F., et al. (1998). Relationship of Childhood Abuse and Household Dysfunction to Many of the Leading Causes of Death in Adults: The Adverse Childhood Experiences (ACE) Study. American Journal of Preventive Medicine, 14(4), 245–258.


    → Uno de los estudios más influyentes que demuestra cómo el trauma infantil tiene efectos de largo plazo en la salud física.

ree

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


¿Te gustaría conversar?

 

 

Estoy aquí para escucharte con presencia y respeto.

Si deseas comenzar tu proceso, resolver dudas o simplemente compartir lo que estás viviendo, puedes escribirme:

 

Correo:

info@yogaparaeldolor.com

 

WhatsApp:

+1 (346) 285-2598

bottom of page